Articulo de Carlos Piñeiro Diaz, médico de familia. Magister en Salud Pública. Divulgador científico
Las enfermedades No Transmisibles (ENT), también conocidas como enfermedades crónicas, son de larga duración y resultado de la combinación de factores genéticos, fisiológicos, conductuales y ambientales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los principales tipos de ENT son las enfermedades cardiovasculares (como los ataques cardiacos y los accidentes cerebrovasculares), el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas (como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el asma) y la diabetes.
Las enfermedades crónicas son la principal causa de muerte y discapacidad en todo el mundo. Pero debemos tener en cuenta que el 80% de las ENT son evitables. Las personas con enfermedades crónicas se enfrentan a una gama de consecuencias negativas, incluyendo una menor calidad de vida, menores ingresos y muerte prematura. Con una población más envejecida, en las últimas décadas, el impacto de las enfermedades crónicas en el sistema de salud se va a incrementar de forma pronunciada. El tratamiento de enfermedades crónicas ya representa el mayor coste de la atención médica.
Niños, adultos y ancianos son todos ellos vulnerables a los factores de riesgo que favorecen las ENT, como las dietas malsanas, la inactividad física, la exposición al humo del tabaco o el uso nocivo del alcohol, añadiéndose últimamente el estrés sufrido a largo plazo. Estas enfermedades se ven favorecidas por factores tales como la urbanización rápida y no planificada, la mundialización de modos de vida poco saludables o el envejecimiento de la población. Las dietas malsanas y la inactividad física pueden manifestarse en forma de tensión arterial elevada, aumento de la glucosa y los lípidos en la sangre, y obesidad. Son los llamados "factores de riesgo metabólicos”, que pueden dar lugar a enfermedades cardiovasculares, la principal ENT por lo que respecta a las muertes prematuras.
Las personas que comen una dieta poco saludable tienen un mayor riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, sobrepeso y obesidad, y diabetes tipo II. Comer sano significa tomar decisiones saludables acerca de la comida, incluyendo una variedad de diferentes alimentos y tamaños de porciones, que sean consistentes con nuestra Guía Alimentaria. La inseguridad alimentaria de los hogares, que se refiere a los hogares que no pueden pagar o acceder a una alimentación adecuada, también contribuye a la enfermedad crónica. Para los adultos, la inseguridad alimentaria se asocia con deficiencias mentales, físicas y de salud dental, así como múltiples condiciones favorecedoras de las enfermedades crónicas.
La actividad física regular puede ayudar a reducir el riesgo de muerte prematura y muchas enfermedades crónicas. Las investigaciones científicas indican que las personas activas disminuyen el riesgo de muerte prematura entre un 20% y un 35%. El comportamiento sedentario, o actividades que requieran poco movimiento y uso de bajas cantidades de energía (por ejemplo, sentarse, mirar televisión, conducir), también es un factor de riesgo emergente para la enfermedad crónica. Las tasas de comportamiento sedentario están asociadas con un mayor riesgo de diabetes tipo II, obesidad, algunos cánceres, mala salud mental, mala calidad de vida y menor esperanza de vida. Reducir la inactividad física y el sedentarismo en un 10% resultaría una reducción general de la hipertensión arterial (2%), diabetes (3,4%) y cardiopatías (3,6%) para 2040.
El consumo de tabaco afecta a casi todos los órganos del cuerpo humano. Provoca cambios fisiológicos y psicológicos, y daña a otras personas expuestas al humo de segunda mano. El consumo de tabaco mata prematuramente al 50% de los consumidores a largo plazo. Si pudiéramos prevenir el consumo de tabaco y ayudar a todos los consumidores actuales a dejar de fumar, podríamos eliminar el 30% de todas las muertes por cáncer, el 30% de todas las muertes por enfermedad coronaria, 85–90% de la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y muchas otras enfermedades relacionadas con el tabaco.
El consumo de alcohol contribuye a casi 60 diferentes tipos de enfermedades. Las personas que abusan del alcohol tienen un mayor riesgo de algunos tipos de cánceres, diabetes tipo II, enfermedades gastrointestinales y trastornos neurológicos. Incluso una bebida al día aumenta el riesgo de una persona a ciertos tipos de cáncer y no hay cantidad de consumo de alcohol en el embarazo que sea segura.
El estrés provoca problemas fisiológicos, psicológicos, respuestas emocionales y conductuales. El estrés agudo se refiere a cualquier situación que puede ser percibida como una amenaza, independientemente de si la amenaza es real o no. Sin embargo, cuando el estrés continúa y se vuelve crónico, puede conducir a daños fisiológicos, metabólicos y cognitivos, con efectos en la salud de una persona. Las personas que experimentan estrés crónico presentan mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, obesidad, diabetes tipo II, ansiedad y depresión, asma, y fluctuaciones en el estado de ánimo y emociones, incluyendo fatiga, falta de interés y falta de motivación.
Es exigible un Plan de Acción para actuar sobre los factores de cronicidad de las enfermedades, donde se establezca un enfoque estratégico para mejorar el bienestar y la salud de la población, mejorando los conocimientos, habilidades y comportamientos de las personas y sus familias, construyendo comunidades que puedan crear bienestar y contribuir a la mejora de los apoyos sociales y económicos, fortaleciendo la atención primaria de salud y potenciando políticas públicas saludables.