La Medicina Rural ha tenido que asumir una abrupta transformación en los últimos meses, ejerciendo un papel esencial en la contención y control del coronavirus...y de otras enfermedades
Los médicos de Familia que atienden a la población en el ámbito rural han sido uno de los colectivos sanitarios más infravalorados e 'invisibles' en el manejo de la actual pandemia de coronavirus; sin embargo, han jugado un papel esencial, tanto en la contención de esta enfermedad como, sobre todo, en el manejo diario de patologías y enfermos crónicos que, junto al miedo y efecto del coronavirus, han seguido precisando la atención médica habitual para sus enfermedades previas o de nueva aparición.
Así lo han puesto de relieve médicos de Familia en un webinar organizado por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) dentro de su plataforma online (SEMERGENVIVO), subrayando tanto la escasez de medios humanos y técnicos, y sobre todo de protección, como la imperiosa necesidad de adoptar cambios sustanciales en sus rutinas de trabajo durante estos últimos meses.
Al mismo tiempo, y como ha subrayado el Dr. Rafael Micó Pérez, secretario general de la Junta Directiva de SEMERGEN, "la situación actual ha puesto de manifiesto la importancia de ser el médico de referencia del paciente, por el conocimiento que tenemos él y de su entorno social y familiar, lo que resulta esencial para valorar el impacto que esta pandemia puede estar causándole en su salud mental o en la agudización de cualquiera de sus patologías previas". Por ello, añade, "es muy importante que sea su médico de Familia quien tome las decisiones sanitarias, para evitar medidas no adecuadas (y más en estos momentos)".
La falta de EPIs
Uno de los principales problemas a los que aún, a día de hoy, están teniendo que enfrentarse los médicos rurales es al déficit de equipos de protección individuales (EPIs). Como resume gráficamente el Dr. Alfonso Barquilla García, médico de Familia en el Centro de Salud Trujillo (Cáceres), "la pandemia de COVID 19 nos ha llevado de viaje a escenarios que ni siquiera sospechábamos, como si todos hubiéramos sido un colectivo Charles Marlow (personaje de ficción creado por el escritor Joseph Conrad), trasladándonos desde nuestro Londres de cabecera al interior del Congo; además, hemos hecho este viaje solos, sin planos, sin maestros, sin líderes?y sin protección adecuada".
En el entorno rural, los profesionales sanitarios han tenido que adaptar los protocolos de protección a las circunstancias del entorno. Como describe la Dra. Ana de Santiago Nocito, médico de Familia del EAP Cogolludo (en Guadalajara), "para poder atender tres avisos seguidos en poblaciones cercanas hemos tendido que echar mano de ingenio y buen humor: hemos protegido el coche con bolsas de basura en los asientos y film trasparente en el volante, y nos hemos puesto tantos equipos de protección como domicilios teníamos que visitar, para evitar contaminar el coche e infectar a los siguientes pacientes".
Y es que el apoyo de la población ha sido importante para paliar muchos de los déficits detectados. Según afirma el Dr. Rafael Micó, que ejerce como médico de Familia en el Centro Fontanars dels Alforins del Departamento Salud Xátiva-Ontinyent (Valencia), "hay que poner en valor la ayuda desinteresada y colaboración ciudadana ante la falta de EPIs, sobre todo en las primeras semanas". De la misma manera agradece la coordinación con el Ayuntamiento y los agentes locales, que "es clave para suplir muchas carencias que tenemos en el medio rural". A su juicio, "la situación vivida ha puesto de relieve la necesidad de dotar adecuadamente a la Atención Primaria desde la administración, con más plantilla y medios técnicos".
Una 'víctima' colateral: la relación con los pacientes
Sin embargo, también se han generado ciertas reticencias. Atendiendo a su experiencia personal, la Dra. Ana de Santiago Nocito reconoce que "ahora que anunciamos la vuelta a la actividad presencial, aparece el sentido común profundo de la gente del campo y no quieren que vayamos. Se encuentran bien, no hay coronavirus y sienten que cualquiera que entre al pueblo es un riesgo. Prefieren quedarse como están".
En este mismo sentido se expresa el Dr. Alfonso Barquilla, quien cuenta como "en muy poco tiempo hemos visto pasar a nuestros pacientes del entusiasmo militante por ir al especialista al rechazo frontal a derivaciones imprescindibles".
En esta inusual situación también se han trasformado las relaciones con el equipo de trabajo. "El médico rural trabaja habitualmente solo; la enfermera es su compañera de trabajo, pero no siempre están juntos. Con el resto de los compañeros se coincide únicamente, en el mejor de los casos, al inicio y al final de la jornada. La necesidad de dar una respuesta rápida en poblaciones donde la enfermedad ha incidido hasta en un 8% nos ha forzado a optimizar los recursos y compartir el trabajo, mejorando la relación para poder sobrellevarlo", comenta la Dra. de Santiago.
Una transformación abrupta con claroscuros
La situación de excepcionalidad impuesta por la pandemia también ha supuesto para los médicos rurales una transformación importante en sus formas de trabajar y relacionarse con la población. Por ejemplo, "se ha pasado de la cercanía íntima familiar con nuestros pacientes a la fría distancia del teléfono, así como de la inexplicable necesidad de la visita casi diaria al consultorio a la desaparición de nuestros radares de vigilancia", comenta el Dr. Barquilla. Igualmente, el tesorero de la Junta Directiva Nacional de SEMERGEN subraya el hecho de que "nuestros gestores han pasado de la imposibilidad de evitarnos tareas repetitivas sin la obligada presencia física de nuestros pacientes a la implantación en unas horas de sistemas de prescripción de recetas o de partes de baja o confirmación vía telefónica o vía WhatsApp".
La situación de los EAP en el medio rural ha exigido trabajar con gran intensidad (sin horarios) y con gran resolutividad. "Se ha hecho con un tipo de atención, la telefónica, para la que no estábamos preparados ni contábamos con recursos adecuados", admite la Dra. Ana de Santiago Nocito, quien confiesa que el seguimiento telefónico no siempre es fácil. "En ocasiones, las familias, acostumbradas a un trato personal y cercano, no entienden que no se les visite con una enfermedad que asumen como grave; y, por eso, no es raro que ante un diagnóstico angustioso los sentimientos negativos se vuelquen en la persona que les llama por teléfono", asegura. En definitiva, como sintetiza la Dra. de Santiago,"hemos asistido a un cambio extraordinario en la forma de trabajar los equipos de AP en el medio rural, y no siempre para mal".