El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo que ya se manifiesta durante los tres primeros años de vida y que perdurará a lo largo de todo el ciclo vital.
El término "espectro" se refiere a la amplia gama de síntomas, fortalezas y grados de deterioro que pueden tener las personas con estos trastornos. En la actualidad, el diagnóstico de los trastornos del espectro autista incluye estas y otras afecciones:
Aunque los trastornos del espectro autista comienzan en la etapa temprana del desarrollo, pueden durar toda la vida.
No existen cifras oficiales de prevalencia de los TEA en España, pero se estima que podrían llegar a afectar a 450.000 personas. Hay muchos más niños y hombres que niñas con TEA. Podría deberse a que la patología afecta más al sexo masculino que al femenino, pero cada vez parece más claro que ha habido un alto infradiagnóstico en las mujeres.
Los síntomas fundamentales del autismo son dos:
Las personas con un trastorno del espectro autista pueden tener otras dificultades, como sensibilidad sensorial (sensibilidad a la luz, el ruido, las texturas de la ropa o la temperatura), trastornos del sueño, problemas de digestión e irritabilidad. También pueden tener muchas fortalezas y habilidades. Por ejemplo, las personas con un trastorno del espectro autista pueden:
El autismo impacta en ciertos aspectos de la personalidad de una persona, como su conducta, su capacidad de socialización y su facilidad para comunicarse. Los síntomas comienzan a hacerse visibles a partir de los 12 meses y podemos ver en ellos su incapacidad para desarrollar juego simbólico o imaginativo. En muchos casos rechazan el contacto visual y corporal y no reaccionan al ser llamados por su nombre.